Cara de ángel, manos de terciopelo, corazón dulce.

Y es que ella, Marina así se llama, esta para comérsela y solo tiene 18 meses. Pero nos puede cada vez que nos mira, a mi mujer y a mi, nos puede. No tiene fuerza, ni malicia. Solo una carita que te llega hasta las entrañas.

Seguro que sabéis de que hablo porque o lo estáis viviendo o lo viviréis, seguro. No te niegues a vivirlo. Es tan sencillo como mirar la vida que hay a tu alrededor. Y puede que tan doloroso. Depende de ti.

Hoy hemos tenido nuevos amigos que han entrado en la Fundaciò. Otros se marcharon pero volverán. Cada uno con su vida y su historia.

Pero hoy he hecho sonreír a una explicándole como es Marina. Lo que sentimos cada vez que la vemos y no es hija nuestra. Pero forma parte de nosotros. Como algo invisible, algo que te liga al mundo pero no sabes explicar muy bien que es.

Te diría que su sonrisa va mas allá de donde pongo el pensamiento negativo que pueda tener pero es que, Marina, es como un Sol que va iluminando tu corazón y lo va llenando de quietud.

En el fondo es un sana envidia lo que siento hacia sus padres que la ven crecer día a día, sabiendo la pequeña joya que tienen entre sus manos.

Y seguro que, tu, también tienes cerca una joya, ¿por qué no has de disfrutarla cuando puedas?, ¿ por la EM?, ¿ no crees que ya es bastante castigo, el tener la EM, como castigarte mas sin apreciar unas manos de terciopelo?.

  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: In dulci jubilo (Mike Oldfield)

Comentarios

  1. Hola, he encontrado este blog, me he parado en él y he seguido leyendo, me gusta lo que dices y como lo dices, compartimos enfermedad, y por lo que he leído, muchos pensamientos.
    Mañana espero seguir leyéndote.
    Un saludo.Conchi

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares