El océano de las dudas.


La duda. Ese pequeño martilleo que se nos acumula en la cabeza ante cualquier dificultad que se nos presenta. Las llevamos en nuestras vidas desde que nacemos. Se van desarrollando con nosotros. Son inherentes a nuestra forma de ser.

Dudamos de todo y de todos. Incluso, y es lo más triste, de nosotros mismos. Somos incapaces de creer que podemos subir a la cima del Himalaya o llegar hasta la mismísima Selene. Lo somos, al menos sin tener dudas. Y se de que hablo. He navegado en un océano de dudas en los últimos años. Pero estoy viendo la tierra en el horizonte.

Se esta despejando, puedo dudar de algunas cosas que más que dudas es desconocimiento, pero dejo atrás las dudas que me mantenían quieto, inmovilizado, como un cadáver sin nada que ofrecer.
Las dudas que ahora tengo no son las que me mantenían inmóvil en un sofá, inerte, sin mover un pensamiento. Las dudas que ahora tengo me hacen moverme, porque son preguntas que surgen desde dentro y esperan una respuesta desde un púlpito de sabiduría. Y se que alguien me da respuesta. No me atenazan, me hacen volar y no dudo en que voy a caer, se que volare mas alto. No tengo limite, solo una duda razonable como dijo el sabio.

Es curioso pensar en esos mares que dejo atrás, se que mucho antes que yo otros ya los han navegado. Y llegaron a la playa. Quizás, si es que hay alguna diferencia, es que yo me he vuelto hacia el océano. Me ha parado unos minutos y estoy mirando atrás por si veo a alguien en el mar de dudas. Solo estoy pensando en tenderle mi mano para que pueda salir de el.

A ti, a quien como yo, tuvo esas dudas dejarlas en la playa y camina. ¿Que no puedes caminar?. Cierra los ojos. Si has sido capaz de llegar a la playa y dejar tus dudas, ¿no serás capaz de caminar?.
  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: You´ve Got a Friend (James Taylor)

Comentarios

Entradas populares