La pequeña golondrina.


Apenas distinguía el escenario, no solo porque estábamos en las últimas filas, sino por la penumbra que envolvía la sala. Era normal, por otro lado, todo estaba preparado para el espectáculo de fin de curso. Para el espectáculo de la Graduación.

Se hizo un murmullo. Estaba próximo a empezar y la expectación iba en aumento. De repente las cortinas de la sala se deslizaron hacia los lados, mientras una voz en off anunciaba el comienzo de la función.

Y comenzó. Al apagar las luces que restaban no me situé y me costo un poco dirigir la mirada hacia los actores. Pero no tarde mucho en localizarlos y, cuando la música empezó a sonar y algunos de ellos a moverse, enseguida localice a la pequeña golondrina.

Era la única que quería volar al ritmo que estaba oyendo, ella quería extender sus alas y decirnos que estaba allí, que dominaba el escenario. La pequeña golondrina se movía como si fuera lo único que había echo en su corta vida. Cuando termino, y bajo del escenario, continuo bailando con cada nuevo espectáculo musical que realizaron sus pequeñas amigas y amigos. Tiene el ritmo en la sangre, la música le fluye y quiere volar sin ataduras.

La pequeña golondrina se ha graduado por vez primera, a sus casi dos años. No sabe muy bien que paso ese día pero, los que allí estábamos y la queramos, si lo sabemos. Vimos el primer vuelo de una golondrina, de un ser que nos puede a todos y,lo peor a veces, es que ella lo sabe.
  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: Bolero de Ravel

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