Un puente hacia los recuerdos.


Tratamos de recordar lo más cotidiano, lo del día a día, pero pasan solo un par de semanas y lo tenemos olvidado. A menos que, o bien lo rentengámos en una agenda, o bien lo secuestremos, como estoy haciendo en este momento, en un escrito. Y digo retener y secuestrar por puro azar, no por licencia ni belleza literaria.

Pero nos puede ocurrir, y nos ocurre, que nos encerremos tanto en nuestro mundo, al conocer nuestra enfermedad, que tendemos a olvidar muchas cosas de las vividas y mucha vida de la olvidada. Y, como dicen hoy, en la conciliación está la justa medida. Pero no lo hacemos conscientemente.

Afortunadamente, tenemos amigos alrededor que siguen con su vida y, que de cuando en cuando, juntan sus recuerdos con tu incredulidad. Simplemente por que no recordabas que, antes de que te diagnosticaran la EM tenías una vida que,a pesar de tus esfuerzos por perderla, sigues teniendo.

Hay quien se dedica a vivir la vida de los demás, los que hacen de los titulares de un periódico o telediario su opinión. Hay quien vive su vida, creándose su propia opinión de las cosas y hay quien, simplemente y llanamente, vive la vida. Con todos sus obstáculos, inconvenientes, alegrías y con todos sus recuerdos.

Por eso hoy me doy una oportunidad gracias a los recuerdos que, ayer, me devolvieron algunos de mis amigos.
  • Mientras escribo esto, estoy escuchando: Shine on your crazy diamonds (Pink Floyd)

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