María.

María se despidió de mi. Me dio un beso y me dijo adiós. Se busco un hueco para bailar, durante el día, con los ángeles que habitan mi cabeza y dormir, en la noche, con los seres que hacen latir mi corazón. María nació niña en una guerra, creció mujer en la incomprensión y cuando, quizás, miraba a la felicidad cara a cara entro en un túnel oscuro: el Alzheimer.

Pero María se despidió de mi y yo la acogí dentro de mi sueño, de mi despertar. Hice de su historia parte de la mía y creció dentro de mi. Y hace pocos días me dijeron que María se esta muriendo. Les dije que no, que ella no era María sino el cuerpo que dejo. Porque a ese cuerpo se le olvido hablar, besar, comer ,respirar , sentir, dormir, soñar y se le olvido...recordar. Pero a María, no. La llevo dentro de mi corazón y nada de eso se le olvido.

Vuela cada día en los verdes trigales de su juventud, que alguien no dibujo. Y por la noche se acuesta conmigo en mi corazón. María no se esta muriendo sino en el colegio, que no se quien le negó, al que la llevo cada día para que me empuje a dar un paso o, quizás, a terminar mi canción. Aquella que nunca acabe entre los olivos de mi tierra, cuando María me decía: " que haces, corazón". No, María, creerme tenia Alzheimer pero no se esta muriendo, María no, es el cuerpo que dejo. Su memoria quedo insertada en la mía, aquel día cuando me dio un beso y me dijo adiós. Aquel día entro, corriendo como una niña, dentro de mi corazón. Porque mis ángeles vuelan en armonía, dentro de mí, y no se van... mientras no me vaya a volar con ellos...yo.

Mientras escribo esto, María, mis ángeles y yo escuchamos: Flowers of the Forest (Mike Olfield)