El elixir de la eterna juventud.

Ashim era el hombre mas poderos de la tierra. Rey de reyes, su reino se perdía en el horizonte. Desde palacio divisaba la ciudad construida en la opulencia del oro y las riquezas conquistadas a fuego y sangre. Pero la felicidad no era completa. Su tiempo se agotaba y ni los mejores médicos, sabios y adivinos eran capaces de determinar el mal que le estaba consumiendo. Cada día que pasaba su cuerpo tenia numerosos calambres. Andaba torpemente ayudado por sus sirvientes y se agotaba al mas mínimo esfuerzo. Apenes podía hablar con claridad y utilizaba, en muchas ocasiones,signos para expresarse. El día a día transcurría entre la desesperanza del poderoso y del que no sabe. De quien tiene, pero no puede. Quien sabe que, la historia, escribirá sobre el y su enfermedad. Pero el moriría en la ignorancia.

Así se sucedían los días en la corte de Ashim. Gritos y gritos. Ojos de espanto. Silencios de pavor. Pero sucedió que,un día, llego un viejo caminante al lugar y pidió ver al rey. Dijo tener remedio para su mal. Pronto se corrió la voz y fue recibido en la corte. En primera instancia el rey, Ashim. Tras el su séquito, expectante, curioso, ávido por saber lo que aquel viejo creía saber. Y este se dirigió al rey y hablo:

- Oh, Emisario de los Dioses he oído lo que os aflije y creo tener remedio para vuestro mal.
- ¿De donde venís?, pregunto el rey, con toda la claridad con la que podía expresarse.
- Vengo de la otra orilla del desierto, allá donde se pone el sol. Donde los hombres solo son sombras que alguien, alguna vez, sonó. Donde la luz no es vida, sino el reflejo de la propia vida. Espejismos de quien mira, pero no ve.

El rey quedo intrigado con esta presentación. Era extraño aquel caminante, pensó, sus palabras, ropajes y sus maneras. Todo en el era extraño pero, no sabia porque, algo le tranquilizaba. Quizás era su voz.

-¿Y decís que tenéis remedio para mi mal?, pregunto ansioso.
- Si, contesto el viejo, en este frasco esta el elixir que os curara todos vuestros males.

El rey Ashim no pudo esperar a que el viejo le explicar mas. Era tanto el tiempo que lleva con aquel mal que, sin pensar, extendió la mano, cogió el frasco que le ofrecía el viejo y lo tomo. El silencio se hizo en la sala del trono. Todos pensaron que, el Rey, se había precipitado. No sabían que contenía aquel frasco. Podía ser un veneno. El silencio se rompió por un voz. Era la del viejo caminante que decía:

- Habéis tomado el elixir de la eterna juventud. Esta noche dejareis de sufrir, dejareis de pensar en enfermedad alguna. Esta noche volveréis a ser libre. Volveréis a brillar, con luz propia, en una eterna juventud.

El viejo abandono palacio, entre los murmullos de los cortesanos. Y todos volvieron a sus casas a esperar al día siguiente para ver que ocurría. Aquella noche unos de los sabios del reino dio la voz de alarma. El rey no estaba en sus aposentos. Buscaron y buscaron, hasta que uno de ellos miro al cielo y la vio.... una nueva estrella brillaba, con una luz propia y fulgurante, en el firmamento. Supo que, el rey, había conseguido su anhelado sueño. Nada mas se supo del caminante, ni de su elixir. Aunque la gente, al mirar por la noche aquella nueva estrella, exclamaba: "realmente, el rey, alcanzo la eterna juventud".

Dicen que la materia ni se crea, ni se destruye...se transforma. Dicen que la Muerte no es un final, sino un principio, volver a la eterna juventud, un renacer. Mi querida Mielina en ocasiones me da por pensar, no se porque, que la Esclerosis libero en mi algo que ni tan siquiera recordaba tener: la imaginación. Quiero compartir este trocito con quien la tiene, al leer esto y cada cual imagine, y es condescendiente conmigo.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Clocks (Coldplay)

Comentarios

  1. ¡¡¡Bravo !!!
    La imaginación entre otras cosas sirve para hacernos libres.

    ResponderEliminar
  2. me gusta por que da bonito y marca enseñanza

    ResponderEliminar
  3. Hola Jose Antonio, imaginación, desde luego, no te falta... Podrías escribir un libro de leyendas creadas por ti, aunque prefiero que nos las regales... Desde este momento imagino que también puedo ser una estrella brillante en el firmamento...
    Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  4. La imaginación, eso que pase lo que pase, nunca podremos perder.

    ResponderEliminar
  5. Me gusta esta historia, la imaginación es la mejor manera de escape que tiene nuestro cerebro y saberla utilizar es imprescindible para determinados momentos de la vida.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. No creo que haya nada más libre que la imaginación que habita en esa materia libertaria que es el pensamiento.
    Y qué duda cabe de que cuando por necesidad recurrimos a ella,ésta acaba abriéndonos puertas insospechadas.
    Bonita historia.
    Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares