Una vida digna, una muerte digna



Uno no puede sino dar gracias a la vida por como lo ha tratado. He tenido lo que todos entenderíamos como una vida tranquila, sin sobresaltos.
He vivido lo que me ha tocado de historia, desde una perspectiva de quien tiene lo básico para realizar su día a día.
No me ha faltado ni el conocimiento cognitivo necesario de las cosas, ni el conocimiento afectivo del alma y del corazón.
He tenido, a fin de cuentas, lo que llamaríamos una vida digna.
Esa vida que, cada día vemos en los noticieros, no tienen la inmensa mayoría de los seres humanos que conformamos este, sin ninguna duda, increíble planeta en el que vivimos.
Es por esto que, en muchos blogs y sitios de Internet, se reivindica el derecho por una vida digna.

Pero, al igual que he tenido esa vida, también tengo mi derecho a reivindicar una muerte digna. Y lo digo desde mi mas absoluto conocimiento de ambos derechos. Creo que, al igual que he decido por donde transcurría mi vida, puedo decidir como acabar con ella.
Todavía esta lejos ese día, aún puedo escribir esto, aunque no imanáis lo que me cuesta dirigir los dedos a la letra que quiero. Lo que tú, seguramente, tardas cinco minutos en escribir, yo tardo... bueno algunas personas lo saben de sobras, para que voy a contártelo.

Mi mente sabe de sobra lo que quiero decir, pero soy incapaz de trasladarselo a mis manos y, te aseguro, nunca fui un mal escritor... aunque fueran historietas. ¿Como explicar que me canso escribiendo?.





  • Mientras escribo esto estoy escuchando Layla, Eric Clapton (Unppleged version)

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