Escrito desde una grieta de mi corazón.

Mojé uno de mis dedos en la sangre, que manaba de una de las gritas que, aquel día, florecieron en mi corazón. Comencé a escribir poseído por un afán de dibujar mi alma entre las palabras, los silencios que mantenía ante cada una de ellas y el rojo que iba pintando mis sentidos. Nunca he sabido como empecé a escribir, quien me dictó mi primer reflejo de sueño en papel,ni donde deje mi primera hoja arrugada, avergonzado por una poesía que no creí que mi cabeza pudiera dictar a mis dedos. Si recuerdo que se la dedique a un beso que me dejó tendido, ensangrentado en jirones de felicidad. Mi piel, si me quedo callado y quieto en la noche, aún recuerda el momento.

Y ahora escribo despacio, con dos dedos y tachones rojos de la sangre que luego limpio. Me voy alegrando de poder seguir la pelea con las teclas, la lucha con mi mente para sacar de ella, las luciérnagas que alumbren la oscuridad. Me da por pensar que ellas se paran, alguna que otra vez, a leer lo que escribo. No quiero asustarlas y casi no respiro, solo susurro aire hacia las estrellas que me lo devuelven limpio a mis pulmones. Tampoco hago ruido al teclear, sé que hay muchos sueños despertándose en mitad de la noche para buscar, raudos, a sus dueños. Allá cuando la madrugada parece convertirse en agonía perpetua porque, el dolor, se hace dueño de todo pensamiento.

Aunque la sangre golpea con la fuerza de un tsunami, agolpándose al borde del cerebro, no es menos cierto que mi corazón late con la fuerza de los muchos nombres que lleva dentro. Y el consuelo resbala por la comisura de mis labios a cada nombre que pronuncio, aunque sea en silencio. Porque, al igual que hoy estoy escribiendo en sangre, todos los nombres que pronuncio los escribí, hace algún tiempo, hinchando mis pulmones al viento. Cuando me enseñaran a mirar más allá de las imágenes. A callar las palabras que iban a ser dichas con rabia. A escuchar los sonidos que vienen de mil y un lugares. A degustar las sonrisas moldeadas desde corazones maltrechos.

Comentarios

  1. No me importa cuando empezaras a escribir, pero sí me importa y mucho que no dejes de hacerlo, con un dedo o con dos o me lo dices por teléfono y yo te lo escribo.
    Tus palabras nos son muy necesarias a muchas gentes que estamos deseando que llegue el domingo para leerte.
    Un beso.

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  2. La sangre la bombea el corazón, José Antonio, es el río que nos sostiene, que nos hace seguir adelante susurrándole a las luciérnagas nuestros anhelos y recuerdos. Ellas son como pequeñas musas luminosas que aún sin ver sentimos y eso es gracias a la sangre...toda, toda la sangre tienes que seguir poniendo en tus dos dedos para continuar plasmando en letras tu sentir.
    Yo revolotearé entre tus letras con mis alas imaginarias poniendo mi sangre al derramar las mías para comentarte.
    Ufff, vaya rollo que te he soltado, pero ¿ves? será que tus letras inspiran a las mías.
    Besos muchos.

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  3. Sea como sea lo importante es que sigas escribiendo si es tu deseo. Dejar que fluya la mente a través de las yemas de los dedos es todo un desahogo que te hace sentir bien.

    Un abrazo José Antonio.

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  4. Dichoso tú que sabes escribir con sangre, callar la rabia, gritar en silencio, despertar las luciérnagas para que lean tu poética prosa.

    No sé por qué entiendo lo que escribes, porque nadie me enseñó nunca... Me gustaría ser uno de esos nombres que gritaste al viento, los que escribes en letras ensangrentadas, tecleadas con 2 dedos, como notas de música...
    Ya me voy / un beso amigo.

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  5. Cuando te leo así, desde la grieta en tu corazón, lo siento, y le rezo a nuestra Madre, que te alivie y consuele:

    Dios te salve María
    llena eres de gracia
    el Señor es contigo;
    bendita tú eres
    entre todas las mujeres,
    y bendito es el fruto
    de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios,
    ruega por nosotros, pecadores,
    ahora y en la ahora
    de nuestra muerte. Amén

    Hoy, es el día de la Anunciación, y te dejo aquí el Ave María, otra vez, desde mi corazón, que alivie tus grietas.

    Un beso.

    Que pases ¡buena semana!, serena; tus dedos se portan bien, nunca permiten que no escribas (como se les ocurra, me ¡escuchan!). Lo importante es el corazón. Gracias, José Antonio.
    La música no la conocía, es muy bonita.

    Te dejo una oración para el descanso de la noche:

    Préstame, Padre, el hueco de tus manos,
    espacio de ternura y de grandeza.
    Préstame, Padre, el hueco de tus manos suaves
    para que en el recline mi cabeza
    y duerma mis temores como un niño
    confiado en la bondad de tu cariño
    que vela porque no me pase nada.
    Será mi sueño tibio y transparente
    de una serenidad insospechada.

    Préstame, Padre, el hueco de tus manos,
    para que en él espere a la alborada.
    Arrópame con esa tu mirada
    que es a la vez arrullo y es abrigo,
    y si algo en esta noche me pasara
    ¿qué me puede importar? si estás conmigo.

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  6. José .." Escrito desde ..."

    Para mi es un sueño leerte en mitad de la noche, imaginar tus letras dándole el color de la sangre, acomodándose otra vez dentro de tu corazón por lo bonitas.

    Un beso desde Argentina

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