Una mariposa blanca.
La víspera de Reyes había sido un dia agotador para Ángela. Comprando los últimos detalles, envolviendo los regalos, guardandado todo para que Javi, su pequeño hijo, no viera nada. Finalmente lo había recogido de casa de sus padres, donde lo dejo un par de horas, habían cenado y, sobre la nueve, lo acostaba.
- ¿Qué les has pedido a los Reyes, cariño?, le pregunto mientras le colocaba el pijama azul.
- Una mariposa blanca, mamá.
- ¿Una mariposa blanca?, ¿Y eso porque, mi vida?
- Ayer estaba en la ventana y vino una, se quedo a mi lado, jugando conmigo. Me hacia reír, mucho pero se fue y me quede muy triste. La llame pero no vino. Así que les pedí a los Reyes que me la trajeran. Ellos lo traen todo, ¿no, mamá?
- Si, claro, cariño. Vamos a dormir para que los Reyes vengan pronto.
¡Una mariposa blanca!, ¿que insecto habría visto su hijo?, pensaba una y otra vez mientras
cenaba. ¡Y en invierno! No dejaba de darle vueltas. Finalmente rebusco entre
sus viejas manualidades. Encontró una cartulina, con fondo negro, y empezó a
dibujar. No supo el tiempo que estuvo dibujando y recordando, al mismo tiempo, perdidas
habilidades. Miro la obra surgida de aquella febril fuente de inspiración. Era
una mariposa blanca bastante aceptable, pensó. Se levanto, se dirigió a la habitación
y deposito el dibujo a los pies del lecho de su pequeño hijo. Con una última
mirada, se retiro, se acostó y se durmió profundamente como hacía tiempo que no
caía en los brazos de Morfeo.
Los gritos la despertaron alertada, provenían de la habitación
de su hijo. Salto de la cama y corrió como quien sabe que hay una vida en
juego. Llego a la habitación, encendió la luz y vio a su hijo sentado en la
cama y riéndose. Quedo paralizada. ¡Una mariposa blanca revoloteaba alrededor
de su hijo, en un juego de invisibles trapecios de armonía, de sencilla complicidad!. La cartulina, con su dibujo, había desaparecido.
Quizás de los Reyes Magos me quedo algo de ingenuidad o de
locura, quizás me lo trasmitió una pequeña mota de vida que vi, de nuevo, hace
pocos días. Porque cuando creía en los Reyes Magos no sabía escribir y, cuando empecé
a escribir, deje de creer en ellos hasta que la mirada de una niña, en mi caso,
me volvió a recordar lo que estaba dentro de mí. La ilusión.
Mientras escribo esto, estoy escuchando: Aquellas pequeñas cosas (Joan M. Serrat)
maravilloso cuento
ResponderEliminarJudy
Que pena que esa ilusión la perdamos, es preciosa la mirada de un niño cuando va a la cabalgata y ve a los reyes en sus camellos, todavía lo cree y esa luz que hay en sus ojos es maravillosa, precioso tu cuento, puedo interpretar tantas cosas...
ResponderEliminarfeliz año amigo!!
precioso, amigo...
ResponderEliminarLa ilusión es lo que nos permite vivir la vida desde una manera optimista, diferente, con ganas, y con cierto toque de mágica locura...
Un abrazo
Jose Antonio:
ResponderEliminarTu imaginación es hermosa
como una mariposa.
Blancas o coloridas,
que efímeras vidas,
las de las preciosas
mariposas...
Que tengas un año lleno de creatividad, para seguir emocionandonos...
Hasta pronto.
Precioso relato, desde mi infancia me han hecho creer que una mariposa blanca, era señal de buena suerte, o buenas noticias, aún ahora cuando las veo, me da un vuelco el corazón y se acelera alocadamente, en busca de alguna ilusión perdida que me hacia tan feliz cuando era niña, como la noche de Reyes.
ResponderEliminar¡¡¡Qué te voy a decir yo que tengo hijos pequeños!!! Pues que vivo esa magia, y la siento de verdad. Es como si en una casa con niños pequeños fuera tabú la realidad, hasta el punto de que nosotros también creemos. Mi noche favorita del año es la noche de Reyes. Es precioso tu cuento, me ha encantado. Mente maravillosa.....
ResponderEliminarEncantador relato y lleno de magia, en los ojos de los niños, se puede ver tantas cosas, la ternura, la inocencia y hasta blancas mariposas con sus alas de cristal.
ResponderEliminarTe deseo para este año que estamos comenzando, que la esperanza te lleve siempre de la mano, y te dé felicidad.