A un niño grande.


El tiempo no se detuvo, todo siguió el ritmo marcado por las estrellas o por los Dioses. Fue mi corazón el que quedo paralizado, atrapado por una invisible madeja de sensaciones. Aquel día no ere como otro, en el campo los trigales se mecía con una suave brisa pero parecieron cantar su nombre cuando apareció. Todo, todo giraba en torno a ella, el campo, el tiempo, mi respiración. Supe que nunca mas seria el mismo, que nunca mas seria yo sino parte de ella y...

Y, Miguel, siguió explicándome su historia. Tenia 85 años y, como el decía, había existido esos años y vivido 55, los que paso junto a Carmen. Me detenía todas las veces que podía hablar con él. Tenia esa sabiduría que viene del conocimiento de los pasos dados, de los pasos errados. Era un aprender constante con él. Me explico que, aunque ella ya no estaba allí, cada noche la sentía, hablaba con ella. Nadie entendía que no se sentía solo, sino en compañía. Era mucho la que ella le había llenado, día tras día, como para vaciarlo en tan poco tiempo.


Miguel era como un niño, le dije un día, y se rió a carcajadas. La recordé lo mismo que le decía Carmen. Y él siempre le respondía: “Para que crecer y perder este espíritu”. Podía pasarme las horas escuchándole, no tenia ni un ápice de egoísmo y nunca me daba consejos. “¿Sabes para que están los consejos?, me decía, para dejarlos. Cada uno tiene derecho a equivocarse y levantarse una y otra vez. Nadie puede pensar que lo que te fue bien a ti, le ira bien a el... si antes no hay ninguna pregunta, ninguna petición. Simplemente por que te crees en posesión de la verdad,solo hay que ayudar a que se levante,¿no te parece?.”.

Miguel se fue a,como él decía, volver a besar a Carmen al levantarse. Pero aún esta conmigo, aun puedo pararme, de tanto en tanto, con él y recordar sus sabias palabras. Él me enseño el refrán que dice: “mas sabe el diablo por viejo que por diablo” y, lo que para mi tiene un valor incalculable, el me enseño a sentarme unos minutos y escuchar.... simplemente escuchar y disfrutar con lo que se me ha dado sin pensar en nada mas. Porque si puedo hacerlo es que es bueno, de lo contrario no podría pararme a escuchar. Gracias, Miguel. Allá donde estés espero que hagas disfrutar a quien te escuche.

Mientras escribo esto, estoy escuchanndo: L'enfant (Vangelis)

Comentarios

  1. Y mientras te comento esto, estoy escuchanndo: L'enfant (Vangelis) gracias a ti. Y me traslada a otros tiempos, otros espacios, otros pensamientos.

    Y también me haces sentir la fortuna de haber conocido a personas como Miguel, nos detenemos tan pocas veces a escuchar como haces tu amigo mio.

    Un abrazo.

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  2. Interesante … ambos en el mismo día hemos elogiado a un hombre sabio llamado Miguel. No importa que no fuera la misma persona. O quizás, ¿lo fue y no lo supimos?
    Judy

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  3. Ese niño qrande siempre enseñam y nunca lo olvidaras. Animo y np caigas nunca, aunque lo pienses

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  4. Hola Jose Antonio, que suerte la tuya de poseer el don, no solo de saber escuchar, sino también de transmitir lo que escuchas... A mí me llegan todos tus "mensajes". Gracias. Un abrazo

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  5. Dichoso aquel que sabe escuchar al viejo y aprender de lo que escucha, cuanta sabiduría nos perdemos a veces por no tener tiempo para ellos.
    Que bonito el amor que siente aún por su compañera, algo que ya se ve poco...
    Bssss

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  6. Me recuerda a mi abuelo, que desde que falleció mi abuela no deja de llorar y hace cosas de niño pequeño. Buena lección para saber escuchar y aprender de nuestros mayores, que llevan mucho dentro.

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