A mil mundos del mundo.

Estoy rodeado de voces, en algún lugar de mi cabeza alguien me dice que no son voces sino griterío, vendedores de palabrerías que andan robando amaneceres porque quieren, en su vida, poner algún sentido. Doy un paso y salto al precipicio, me alejo de ese ruidoso mundo. Y llego a la quietud de las mañanas cantadas en la lejanía, por una madre, que vigila la cuna donde duerme su tesoro. Febril cárcel de madera, despertares en manos de vidas pasajeras. Fueron las voces las que me atrajeron a este mundo, es mi voz la que clama en él por aquel despertar.

Mi mano derecha cerrada, la izquierda puño en ristre. Nunca fueron posturas buscadas, sino malas palabras encontradas. Porque siempre me dibujaban como nunca quise ser, negra el alma. Siempre me describían como nunca fui, pesimismo en la mañana. Si alguna vez decían que era fuego, en realidad era agua. Cuando me describían como mar en calma, era tormenta desatada. Nunca se acercaron a mi mundo, quedaron a lo lejos regocijando en su mezquindades. Ahora, cuando me dicen como eres, como soy,les digo: " ¿Que parte de mi conocéis, la de vida o la de los sueños?". A mil mundos estoy....

Y sigo saltando al precipicio, Allá está la nada, como me dijeron, ni la vida ni la muerte... tan solo el olvido de la tierra mojada. Quizás no debí publicar esta entrada pero el dolor, en mi pecho recogido, tiene tanto derecho a sentir el aire, de la vida, como las alegrías que de mis venas antaño brotaban. Y es que, esta noche, estoy a mil mundos del mundo.

Y si este escrito contiene algún error no fueron mis manos quienes lo cometieron, fue el precipicio que Esclerosis teje a mi alrededor.

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