OJOS


Me gusta mirar a los ojos cuando hablo con alguien. Lo dicen todo, sin pronunciar palabra alguna. Los hay esquivos a tu mirar, cómplices, escurridizos, juguetones, inocentes, culpables, acusadores, arrulladores. Los que te prejuzgan y los que te juzgan. Los que te condenan y los que te salvan. Los que te llevan al infierno y los que te rescaten de él. Los que sienten compasión al verte caminar, los que no sienten.

Es lo que más echo de menos: ver la mirada del que me mira. Porque me imagino pero, muchas veces, no acierto a sentirla como antes. En algunos ojos podía ver la sabiduría del que calla ante la ignorancia. Podía ver el amor de quien siente la ausencia, la soledad del que espera que amanezca pronto, los ojos de quien cree tenerlo todo en las manos y no acierta a ver como se le escapa la vida.

Unos ojos negros, otros con el arco iris en su mirar, su dulzura posada en tu corazón. Ojos que maltratan sin pestañear, sin vida en su interior. Ojos de quien no siente, no ve, no ama, no vive ni deja vivir. Ojos llenos de esperanza en lo que vio, lo que leyó, lo que imagino. Ojos que se cierran ante el contacto con otra boca y, sin embargo, es el mayor instante de luz entre dos seres. Ojos que no ven, ciegos, pero que ven mas de lo que tu y yo somos capaces de imaginar. Ojos que sienten el dolor ante lo que ven, la alegría ante lo que esperan.

Eso ya no puedo verlo, si imaginarlo cuando hablan a mí alrededor. Pero los ojos han de acercarse mucho a mí para verlos. Pero los ojos de mi vida están dentro de mí. Como mis vivencias, mis canciones, mis películas, mis libros, mis recuerdos. Solo hace falta oír la voz para saber que me decían esos ojos. Pero si quiero imaginarme unos últimos ojos: los tuyos. Los que están leyendo este pensamiento.

Y ahora mismo me los imagino mirando a mis ojos y siendo cómplices en la soledad del momento en que miras, en que lees. Pero con una complicidad de quien se conoce de siempre, de quien ya se ha visto en otro momento, en otro lugar y nada les impide mirarse en plena libertad. Porque, nuestros ojos, son el vestíbulo a nuestra alma.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Marble Halls (Enya)



Comentarios

  1. Kose Abtonio, todos queremos sincridad, pero hay mucha falsedad, pero te preocupes, nadie sabe cual es tu sentimiento, es triste, in embargo realllllllllllllllllllll. un abrazo

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  2. Yo si conozco tus ojos José Antonio, tu mirada es serena, limpia y trasparente. La mirada de una gran persona.

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  3. Hola, mis ojos sonrien, creo que con complicidad... Sabes, lo primero que me atrae de alguien son sus ojos... Cuanto puede transmitir una mirada... Carles tiene suerte de conocer la tuya.
    Un saludo.

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  4. ("Ojos que no ven, ciegos, pero que ven más de lo que tu y yo somos capaces de imaginar") I M P R E S I O N A N T E!!!
    Yo tampoco tengo el honor de conocer tus ojos pero si transmiten lo mismo que tus palabras de seguro son pura poesía.

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  5. Me atrevería a imaginar esa mirada sumergida en la intemporabilidad de la que nos hablabas en la entrada anterior.

    Estoy de acuerdo contigo en tantas clases de mirada pero solo unas pocas tienen comunicación directa con nuestro corazón.

    Aqui no pueden verse los ojos pero se intuyen las buenas personas, autenticas y sinceras, como es tu caso.

    Un abrazo.

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  6. precioso no se si lo he dicho mi marido su padre nunca vio a sus 5 hijos hombre con el tacto y su hermosa alma y todos lo respetaron , a mi en mi enfermedad me sirvio de apoyo nunca se quejaba siempre daba haciendo algo en el hogar ayudando a mi suegra el fue de niño un ojo mal curado y sobre unos 35 se quedo sin ver fue pionero de la once con los cupones

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